El Cenobio de Valerón no es como su propio nombre indica un “convento” sino un granero prehispánico excavado en una cueva de grandes dimensiones situada en un escarpado y espectacular barranco. Desde hace siglos se pensó que las pequeñas cuevitas del yacimiento eran habitaciones donde las jóvenes casamenteras vivían al cuidado de las harimaguadas o sacerdotisas que las engordaban y preparaban para el matrimonio, de ahí la errónea denominación de cenobio.

Los aborígenes excavaron en este yacimiento, hace al menos unos 800 años, y utilizando herramientas de piedra y madera, alrededor de 300 cámaras o silos para guardar los cereales que cultivaban y otras pertenencias de valor. A diferencia del resto de las Islas Canarias, en las que la ganadería era su principal recurso alimentario, en Gran Canaria, la agricultura, sobre todo la de cereales como la cebada y el trigo, tuvo un gran desarrollo y los múltiples graneros localizados por la geografía isleña, son buena prueba de ello.

Hoy podemos observar en el yacimiento la gran cantidad y variedad de silos existentes, sus diferentes formas y dimensiones y como muchos de ellos se comunican internamente por medio de huecos y pasadizos. También podemos observar los caminos tallados en la roca y los escalones para subir de una galería a otra o de un silo al inmediato. Algunas de las puertas de piedra con que se cerraban los silos aún se pueden contemplar al igual que las ranuras donde los bastidores de madera se encajaban para acoger las puertas de madera con sus cerrojos. Por último, decir que junto a los silos existen determinadas cuevas que servían de morada a las personas que de manera permanente vigilaban el contenido del granero para impedir los robos o que el grano se estropease.

Por su morfología y dimensiones es uno de los yacimientos arqueológicos más emblemáticos de Canarias y también de los más visitados y por ello desde el año 1974, está declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Zona Arqueológica.