Realizando un pequeño recorrido por las medianías del monte de Puntagorda, caminaremos entre almendros, viñas y pinar, buscando olvidados manantiales de agua, que en muchos momentos de la historia de este pueblo, paliaron la sed de sus habitantes y sus ganados. Cuentan los viajeros, que al llegar a cualquier casa y pedir un vaso de agua para aliviar la fatiga del camino, antes preferían ofrecerte un vaso de vino, ya que el agua era un bien escaso.