Entrando por el lateral izquierdo de la playa y a unos pocos metros, muy próximas a la falda del emblemático monumento natural “Dedo de Dios”, encontramos un grupo de rocas, que afloran a la superficie, llamado “Las Merinas”.

Un entramado de pasajes y cortos cañones intercomunicados hacen que esta inmersión sea un auténtico juego. Rebuscando entre sus paredes encontramos gran cantidad de pequeños corales, así como espectaculares anémonas gigantes, acompañadas siempre de sus inseparables gambas limpiadoras. En ocasiones, al atardecer, los chuchos y ratones suelen pasearse por los alrededores en busca de pequeños peces que sacien su apetito.

Hace tiempo existía un campo de gorgonias, pero debido a la actitud depredadora de algunas personas en busca de “trofeos”, fue destruido dejando sólo un triste recuerdo.